Primo fue nuestro primer vino ícono, y por eso lo llamamos así: el primero. Se elabora únicamente en cosechas excepcionales, cuando la naturaleza y el viñedo alcanzan su máxima expresión. Cada botella —entre 1.200 y 2.500 unidades numeradas— nace de una vinificación meticulosa: cosecha manual, selección rigurosa de racimos y una doble crianza en barricas de roble francés, húngaro y americano, seleccionadas según el perfil de cada añada. Durante dos años, las mejores barricas se trabajan por separado para luego formar un blend único, con el Tannat como base estructural constante que aporta cuerpo, carácter y longevidad. El vino reposa en nuestra cava subterránea antes de llegar al mundo. Primo es estructura, elegancia y profundidad. Un vino de guarda que encarna lo mejor de nuestra historia, y que solo nace cuando todo está en perfecta armonía.